Los atrevidos y duros retratos de Daniel Onguene hacen referencia a lo que el artista considera la grave situación socioeconómica de su Camerún natal. Caóticos en el mejor de los casos, y apocalípticos en el peor, los grises lúgubres y la paleta de colores apagados de los fondos de sus obras hablan directamente de una situación sombría de decadencia y languidez urbana, provocada por la mala gestión económica, la corrupción y la falta de empatía con los trabajadores, que ha dado lugar a que el sector informal o la economía sumergida se conviertan en el principal epicentro del comercio y el intercambio.

El bienvenido estallido de colores cálidos y vibrantes y, en algunos retratos, las sonrisas de sus retratados, es indicativo de un optimismo, un coraje y una esperanza que ofrecen una prometedora contra narrativa al actual estado de agitación y declive.